viernes, 29 de noviembre de 2013

A negro en Valencia

A las 12:21.
Acabo de presenciar uno de esos momentos que difícilmente se pueden olvidar: la Radio Televisión Valenciana acaba de fundirse a negro en mis narices.

He visto a trabajadoras y trabajadores llorar en el plató mientras se negaban a aceptar la sentencia que el presidente de la comunidad, Alberto Fabra (PP), anunció hace unas semanas: ante la nulidad de un ERE y tener que readmitir a la plantilla despedida, según el TSJCV, prefirió cerrar la televisión pública. Así, sin más.

Muchas personas celebran que se cierre un medio público para ahorrar presupuesto y destinar ese dinero a "hospitales y colegios", así lo dijo el presidente Fabra en un intento burdo por justificar su tozudez. En Andalucía también hay gente, mucha, que considera innecesario mantener una tele pública. Yo soy de esas personas que piensan que una radio y una televisión públicas son necesarias para construir una identidad en una comunidad. De hecho, las televisiones autonómicas más potentes son las que provienen de regiones con un alto poso histórico. Apoyan tradiciones, el habla, idioma o dialecto, las costumbres, la manera de afrontar la vida. Eso no es poco, eso es mucho.

¿Cuál es la trampa de esta imagen idílica con la que nacieron las teles y radios en las regiones históricas? La perversión, el entrometerse en las redacciones y en los altos despachos para hacer y deshacer a los antojos del partido de turno que gobierne. En Valencia los casos de manipulación en sus informativos fueron flagrantes, tanto que la audiencia cayó en picado.

Y de hecho, en esta vorágine, hemos podido ver secuencias inauditas y demoledoras para el periodismo. ¿Alguien había visto una disculpa así?



Vale que mientras estaban trabajando no vimos, repito, NO vimos ni tuvimos constancia de que la plantilla se rebelara contra la manipulación. Si la orden viene del despacho de la presidencia de la comunidad autónoma, ¿qué se puede hacer? Hay miles detrás en paro deseando poder trabajar. Y una tiene comer también y pagar facturas. No juzgo a la plantilla, yo no puedo hacerlo. Porque la culpa viene de más arriba.

¿Que Canal 9 ha derrochado a más no poder su presupuesto? Sí. ¿Es problema de la plantilla? No, ella está pagando los platos rotos de la vajilla de otro. ¿Qué hace la política metiendo sus sucias manos en un medio pensado para otro fin? Ah, a lo mejor ése es el asunto. Desde el 23 F de 1981 no entraban las fuerzas de seguridad del Estado en un medio de comunicación con una patada en la puerta. Ese dato dice mucho de cómo se ha llevado este tema y de su gravedad.

Me ha dolido mucho el cierre de Canal 9 porque muestra de una manera muy gráfica cómo se hacen las cosas en este país. Derrochar, derrochar y cuando se acabe el presupuesto, a otra cosa, mariposa, sin importar las familias y profesionales que se quedan en el camino. Y así con todo.

Preguntan si este caso puede sentar precedente y si la próxima en caer puede ser Telemadrid, también ahogada en deudas y con casos de manipulación informativa evidentes. ¿O será Canal Sur en Andalucía? El tiempo lo dirá. Lo mismo que dirá si nacerá una nueva tele valenciana.

Lo que han hecho en Canal 9 es coger a una paciente con dolor de cabeza y cortársela en vez de buscar el remedio. ¿Dónde había un posible remedio a RTVV? En una remodelación profunda de su directiva. Fuera canallas, fuera mangantes... Los medios deben ser llevados por profesionales. Y si hablamos de una radio o tele pública además se deben añadir: integridad y honestidad.

Pero ya lo dijo Ryszard  Kapuściński: "Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante".

PD: Si hay algo mal puesto es que he escrito tal y como me venía. Lo siento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario